Martha (1988).


Cariño, fija tu mirada en un punto cualquiera del cielo, en pleno día; si miras al sol brillante, su luz te cegará; si miras a la luna, su embrujo te dominará; si miras a las nubes, en ellas tus ojos se dormirán; pero, si tienes suerte, y miras al limpio y profundo cielo azul, tu mirada viajará lejos, y aunque caiga la noche no se enterará; así, un día de suerte, mis ojos se fijaron en los tuyos y de mirarlos nunca se cansarán.

Dulce es el color de tu mirada.

Frío el tacto de tus manos vacías.

Negro es el sabor de tu ausencia.

Rojo el de tus labios.

Cálido el tacto de tus finos cabellos

Salado el color de tus lágrimas secas.

Azul el sabor de la brisa que eriza tu pelo, a la orilla del mar.

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