VAGABUNDO VIII -Ya es primavera en Rotonda-

Ya es primavera en Rotonda, y sus árboles se han vestido de la forma esperada, cubiertos de hojas grandes. Su vegetación sólo es verde, en todas sus tonalidades, pero no hay otro color que el verde, hasta las losas del suelo de sus avenidas radiales, ocultas del sol por la frondosidad de sus bosques, mantienen un verdín mohoso.  No hay flores, perdón, si las hay, las de las moreras, el árbol predominante en la isla, pero también son verdes. Vengo pensando que quizá sea esta peculiaridad la que ha hecho de Rotonda un lugar elegido por los transeúntes: su discreción silenciosa y verde, y un maná de moras blancas maduras, que a partir de junio impregnan el suelo y los bancos de un manto meloso y alimenticio. Estoy seguro que esto fue lo que atrajo a su Majestad, Israel I el Navegante, a recalar en esta isla y hacerla parte de su gran Reyno: Rotonda, la isla de las moras blancas, reza ahora en su carta de navegación.

El Rey no ha vuelto Rotonda, estará en palacio, o quizá explorando y conquistando nuevos terrenos. Dudo que vuelva algún día. Sus colonos, desposeídos de las ventajas de la corte, van perdiendo interés por la colonia y, como la primavera va llegando como a trompicones, muchos días ésta permanece desierta. Sólo el Capitán Amudsen, afincado en un cajero de la costa más cercana, sigue con la pesca acostumbrada en sus costas. Hombre rudo, más amigo del mar de asfalto congelado y las losas de cemento, que de la esponjosa suavidad verde del interior de la isla donde las ruedas de su trineo se atascan, se limita a circundarla diariamente de camino a sus caladeros.

Un temor está invadiendo mis pensamientos, el que tengo a esas criaturas voladoras verdes, venidas de ultramar, que después de desplazar a nuestras queridas picarazas (urracas) de sus nidos en los bosques de los acantilados, ahora quieran ocupar Rotonda, despojándola de su tranquilidad con sus charradas impertinentes y permanentes, y esquilmándola en marabunta del rico maná que mantiene a los transeúntes durante la canícula.
Ya veremos.Quizá tenga que avisar al Rey para que envíe a su ejército de gorriones y las ahuyente.

Continuará...

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